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Liceo Industrial FundaciĆ³n Federico Schwager

Perfil del Apoderado

Perfil del Apoderado

Perfil del Apoderado

El elemento más radical que determina el deber educativo de los padres, es el amor paterno que encuentra en la acción educativa, su realización, al hacer pleno y perfecto el servicio a la vida. El amor de los padres se transforma de fuente en alma, y por consiguiente, en norma, que inspira y guía toda la acción educativa completa, enriqueciéndola con los valores de dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés, espíritu de sacrificio, que son el fruto más precioso del amor.

En esta sociedad tan diversificada, cada padre busca algo diferente de los Liceos, algunos quieren que sus hijos adquieran información, otros que desarrollen habilidades o que sus pupilos obtengan buenas calificaciones y otros, los más, esperan que los acontecimientos sigan un camino natural y desconocido. Sin embargo, no siempre buscan y escogen al Liceo a partir de una total identificación con el ideario y la acción formativa que éste promueve.

Los Padres en su rol protagónico de primeros educadores de sus hijos, tienen una responsabilidad ineludible, que en ninguna instancia deben esperarla en su totalidad sólo del Liceo; como asimismo, esta misión de iniciar y terminar la formación de los hijos debe ser de acción y palabra, pues los niños y los jóvenes sólo aprenden de la congruencia, valórica y formativa de los adultos. Cuando se tenga absolutamente clara la responsabilidad como primer educador, entra a interactuar ese importante complemento de dicha labor que es el Liceo.

La unión Hogar-Liceo, en un trabajo mancomunado, es la única capaz de producir una sinergía que permita luchar contra las amenazas valóricas que rodean a la familia y su descendencia. De igual manera, ésta podrá apoyar eficientemente los aprendizajes, para que se hagan significativos y permitan un crecimiento intelectivo real en los hijos - alumnos.

Nada de lo antes expuesto, podrá darse si no se fomenta una comunicación sana y libre de interferencias y prejuicios.

Del mismo modo, la lealtad debe darse en una interacción Hogar-Liceo, pues el crecimiento de uno depende del otro y el de ambos enriquecerá a los educandos y a esta noble tarea educativa.

Como se ha indicado anteriormente, la Educación es una acción formativa valórica que tiene como primer agente a la familia. Desde este punto de vista, son los padres los que deciden el tipo y calidad de educación formal para sus hijos, seleccionando libremente al Liceo como el agente responsable de dicha función. Desde este punto de vista, los padres suscriben las políticas y normas del Liceo como propias, cabalmente y favoreciendo con su respaldo la acción educacional de la institución en pro del desarrollo de sus hijos.

En este contexto los padres deberán preocuparse por conocer este Modelo Educativo y comprometerse con él. Aceptarán a sus hijos como son, respetando sus capacidades y ritmos, conociendo sus talentos, exigiéndoles lo que puedan dar, ayudándoles a descubrirse a sí mismos, mostrándose ante ellos con autenticidad. Buscarán interesarse por el mundo infantil o juvenil de sus hijos. Los acompañarán en su crecimiento en la fe y los invitarán a vivir en familia los valores y actitudes fundamentales compartidos con el Liceo. Se preocuparán de su propia formación como adultos y padres de familia, participando en la vida de la Comunidad Educativa a través de instancias pastorales y formativas, en busca de una armonía profunda entre el Liceo y el hogar.

Se entiende, por tanto, la actitud de los padres como proactiva frente al proceso de enseñanza-aprendizaje, de colaboración constante en las asignaciones y tareas por cumplir, favoreciendo la autonomía del niño, estableciendo formalmente un compromiso escrito con la instancia respectiva en el momento que se lo solicite. Frente a las situaciones problemáticas o conflictos, que necesariamente surgen del desarrollo del currículo, su deber es actuar ponderadamente, encauzando las observaciones y sugerencias en las instancias indicadas por la organización educacional; esto es, respetando los conductos regulares.

De acuerdo a lo expuesto, se considera indispensable la colaboración de la Familia como uno de los principales agentes educacionales en la tarea formadora de los hijos, pues ésta es el núcleo fundamental por donde accederán los mecanismos formadores y es en su seno, donde aquellos adquirirán las características espirituales, morales, y conductuales.